El mundo observa, paralizado, cómo el poder descontrolado de Israel se precipita en un torbellino de violencia, poniendo a prueba el tejido mismo del derecho internacional y la moralidad. Durante 20 meses, Gaza ha sido un matadero, y ahora, la agresión de Israel se extiende más allá, violando impunemente la Carta de la ONU. Si la humanidad falla en esta prueba, todos estamos condenados.
La implacable campaña de Israel en Gaza, que lleva casi dos años, se erige como un monumento al fracaso de la humanidad para actuar. Más de 54,000 palestinos han sido asesinados, el 90% civiles, con 2.3 millones de desplazados y el 90% de la infraestructura destruida. Esta violencia, desprovista de proporcionalidad o contención, viola el derecho humanitario internacional. Sin embargo, las respuestas globales han sido tibias, con llamamientos a un alto al fuego repetidamente ignorados. El único alto al fuego negociado a principios de 2025 fue rápidamente abandonado, ya que Israel reanudó su ofensiva, rechazando la paz de plano. Este rechazo subraya una peligrosa impunidad, envalentonada por el apoyo inquebrantable de Occidente.
La agresión de Israel se extiende más allá de Gaza, atacando a países vecinos en ataques no provocados e ilegales, violando el Artículo 2(4) de la Carta de la ONU. La Operación León Ascendente en junio de 2025 golpeó la instalación nuclear de Natanz en Irán, bases de misiles y comandantes del IRGC, matando principalmente a civiles. Este acto, condenado globalmente como agresión, carece de justificación bajo el derecho internacional. Del mismo modo, los ataques contra Siria, Líbano y Yemen han escalado la inestabilidad regional, todos sin evidencia de una amenaza inminente. Estas acciones forman parte de un patrón de terrorismo de Estado que la humanidad no ha logrado contener.
El rechazo de Israel a todos los llamados a un alto al fuego, incluido el negociado en 2025, resalta su desprecio por la paz. La duplicidad del enviado estadounidense Steve Witkoff erosiona aún más la confianza. En mayo de 2025, Witkoff engañó a Hamás para que liberara al prisionero de guerra israelí-estadounidense Edan Alexander, prometiendo ayuda y un alto al fuego que nunca se materializaron. Esta traición no solo despojó a Estados Unidos de su legitimidad como negociador neutral, sino que también expuso las tácticas manipuladoras empleadas para mantener la ventaja militar de Israel, dejando a los palestinos sin un camino viable hacia la paz.
Históricamente, las acciones de Israel tienen sus raíces en un legado de violencia que comenzó con la insurgencia sionista contra el dominio británico en la década de 1940. El Irgun y Lehi emplearon el terrorismo para expulsar a las fuerzas británicas y establecer un estado judío, masacrando aldeas palestinas como Deir Yassin en 1948, donde fueron asesinados 107 civiles. Décadas de ocupación, expansión de asentamientos y violencia siguieron, culminando en el surgimiento de Hamás como reacción a este terror. Este ciclo de violencia, perpetuado por diferentes estándares para actores estatales y no estatales, refleja la lucha de la humanidad para contener a las monarquías domésticas.
La disparidad en las consecuencias para actores estatales frente a no estatales es un fracaso flagrante del derecho internacional. El ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 se etiqueta como terrorismo, pero los mayores costos civiles de Israel evaden esta designación debido a la inmunidad estatal. Este doble estándar refleja los esfuerzos históricos para restringir a los monarcas, donde el derecho divino alguna vez protegía a los gobernantes de la rendición de cuentas, hasta que las revoluciones y las reformas legales exigieron igualdad ante la ley. Las órdenes de la CPI contra Netanyahu y Gallant por crímenes de guerra en Gaza no se han ejecutado, y el fracaso del Consejo de Seguridad de la ONU, debido a los vetos estadounidenses, paraliza aún más la acción global.
La incapacidad de la CPI para hacer cumplir las órdenes contra Netanyahu y Gallant, a pesar de claras evidencias de crímenes de guerra, y la parálisis del Consejo de Seguridad debido a los vetos estadounidenses, destacan el sesgo sistémico a favor de los actores estatales. Esta impotencia socava los cimientos mismos del derecho internacional, un cimiento que la humanidad debe reconstruir para sobrevivir. Las acciones de Israel, sin control por parte de estos organismos, continúan escalando, exigiendo una reforma urgente.
La supremacía nuclear de Israel añade otra capa de peligro. Al robar uranio altamente enriquecido de Estados Unidos en la década de 1960 y negarse a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear, Israel se convirtió en una potencia nuclear fuera de la supervisión internacional. Sus estimadas 90-400 ojivas representan una amenaza existencial, particularmente la Opción Sansón, una doctrina de represalia nuclear como último recurso. Esta negativa a permitir inspecciones del OIEA exacerba la inestabilidad regional, mientras los vecinos responden.
Irán, bajo el Artículo 51 de la Carta de la ONU, tiene el derecho a la autodefensa tras los ataques ilegales de Israel. Su represalia en junio de 2025, lanzando 100-300 misiles, penetró las defensas israelíes, exponiendo vulnerabilidades en los sistemas Arrow 2/3. La preparación de Irán, con un arsenal de más de 3,000 misiles y capacidades hipersónicas, sugiere que Israel podría quedarse sin interceptores en semanas, un escenario respaldado por estimaciones de reservas limitadas. Esta escalada resalta los riesgos de la agresión israelí desenfrenada.
La promesa de Pakistán de una represalia nuclear si Israel lanza un ataque nuclear contra Irán introduce una dinámica de disuasión, que potencialmente podría evitar una catástrofe pero también escalar los riesgos. Con 160-190 ojivas y misiles Shaheen-III, Pakistán podría apuntar a Israel, subrayando el borde del abismo al que se enfrenta la humanidad. Este enfrentamiento nuclear exige que mantengamos principios morales y legales, incluso a riesgo de conflicto.
Las acciones y la impunidad de Israel son una prueba para la humanidad. Debemos defender el derecho internacional, actuar con rectitud y no ceder al terrorismo de Estado, incluso si eso significa enfrentar la Opción Sansón. Un mundo que cae en la barbarie, donde el terrorismo de Estado reina sin control, es peor que una guerra nuclear. Contener a Israel, o todos estamos condenados.